¡Alerta!: La Ley del empate y el matrimonio homosexual.


Hace algunos días atrás, el timonel del Partido Socialista, Fulvio Rossi, presentó un proyecto de ley que instaura el matrimonio homosexual. Esto, sin duda, siguiendo a Argentina que se ha convertido en el primer país de Latinoamérica que autoriza el matrimonio de carácter homosexual y añadiendo además el derecho de adoptar a estas parejas en igualdad de condiciones que parejas heterosexuales. Ante esta situación se ha generado un fuerte debate sobre un tema que ha sido recurrente años anteriores y si recordamos fue bandera de lucha de algunas campañas políticas.

Si bien creo que como país debemos tener cultura de sana discusión con el propósito de descubrir los conceptos y límites que se quiere dar a la vida del hombre en sociedad; ante el cuestionamiento o la posibilidad de permitir el matrimonio homosexual en Chile, mi respuesta es negativa pues esta medida pone en jaque variadas instituciones y principios de carácter relevante. Quisiera advertir que el desarrollo de esta opinión va más allá de estar basado en argumentos religiosos. Y antes que podamos etiquetar alguna postura, es siempre necesario poder darse el espacio de observar los argumentos que se plantean. Reconozco que es una discusión que requiere de grandes espacios de planteamientos de argumentos, mas pretendo de manera muy acotada en este escrito dar a conocer algunos que me parecen importante tener en cuenta.

Ahora bien, en primer lugar, quisiera abordar esta postura desde una perspectiva muy diferente, considero interesante analizar un especial fenómeno vicioso que está permanentemente afectando las decisiones de algunos partidos políticos y diversas facciones de nuestra sociedad. La naturaleza del hombre es aspiracional, por lo tanto es legítimo que este se encuentre en un deseo constante de cumplir expectativas y metas. Hay un plano de competencia que motiva al permanente perfeccionamiento, lo cual es parte del motor del desarrollo. ¿Pero dónde está el problema? En lo anterior no hay ningún conflicto, si no que al contrario, un carácter positivo referente a la esencia del hombre. Pero ahora los invito a imaginar a una pequeña de 14 años que le reclama a sus padres el derecho de fumar, ya que su compañera de curso lo hace a su edad. Observamos en este último episodio, algo que lo podemos extrapolar a realidades sociales y de país; y nos encontramos con una preocupante práctica: “LA LEY DEL EMPATE”. En ciertos temas de interés nacional encontramos que el fundamento de algunos se agota en: “que si el de al frente lo hace, nosotros también”. Esto, a mi modo de ver, se ha convertido en costumbre de algunos políticos de diversos países. Sin embargo, ¿Cuál es el problema de la ley del empate? Cierto es que el Derecho, las políticas públicas, se van desarrollando mientras el hombre evoluciona culturalmente. Verdad es que la cultura del debate, de poner ciertos temas en la meza y atrevernos a dialogar sobre aquellos; constituye algo necesario para un desarrollo enriquecedor como sociedad y país. El problema, entonces, se encuentra cuando tras la acción política y el discurso político se esconde la tendencia a la moda de los principios, donde prendas de vestir valóricas son desechables de acuerdo a los tiempos. Y no así hay un fundamento de un desarrollo en cuanto a lo que es la acción política. Esto va más allá de las etiquetas de “liberal” o “conservador”. El problema radica en que si muchas de las premisas se encuentran justificadas bajo este empate de carácter moral, no se hace otra cosa que emprender un viaje al puerto de un sistema politiquero, en vez de constituir un verdaderamente político. Y ahí cabe la pregunta ¿Queremos un sistema politiquero o un sistema político?
Algunos países como Bélgica, España, Canadá, Suecia, Portugal y ahora último Argentina, entre otros, han autorizado el matrimonio de homosexuales. El legislador Argentino hace un breve tiempo atrás acepto el matrimonio por parte de homosexuales, siendo el primer país latinoamericano en efectuarlo y además un país vecino más cercano a nuestra realidad; se ha causado un revuelo en nuestra sociedad por tratar de “adecuarnos a los tiempos” e ir empatando con otros países o culturas para tratar de estar ad hoc a la época, es difícil reconocerlo, pero fácil darse cuenta, muchos de los argumentos que defienden la postura, tienen escondido el fundamento de la mencionada anteriormente “ley del empate” y es ahí, en primera instancia, donde existe una alerta.

En segundo lugar, continuando con este breve texto argumentativo, encontramos el aspecto legal. Cabe destacar un alcance, considero que es una falacia recurrente de algunos analistas que basan su argüir respecto a este tema en el aspecto legal, cuando establecen la sinonimia entre legal y moral, que si es legal es moral; existe una diferencia entre lo legal y lo moral, si bien debieran coincidir, mas en oportunidades difieren. Luego, remitiéndonos a los argumentos legales, es importante mencionar qué es lo que pretende el proyecto de ley presentado respecto al matrimonio homosexual. El proyecto presentado por el Senador Fulvio Rossi introduce diversos cambios a la ley de matrimonio civil. Precisamente pretende alterar el artículo 102 del Código Civil permitiendo legalizar las uniones de las personas del mismo sexo. El artículo 102 dice “El matrimonio es un contrato solemne por el cual un hombre y una mujer se unen actual e indisolublemente, y por toda la vida, con el fin de vivir juntos, de procrear, y de auxiliarse mutuamente”, lo que se pretende en la reforma a dicho artículo es modificar los conceptos de hombre y mujer y reemplazarlo por el de contrato entre dos personas y a su vez eliminar la expresión de procrear. Es prudente recordar que la Constitución plantea que es deber respetar los derechos humanos establecidos en los tratados internacionales, encontramos el artículo 17 número dos del Pacto de San José de Costa Rica que manifiesta expresamente que el derecho a contraer matrimonio corresponde a un derecho entre un hombre y una mujer. Es por esto que dicho proyecto podría calificarse, en primera oportunidad, como inconstitucional.

En tercer lugar, un argumento atendiendo al sentido y naturaleza del Matrimonio, que solo serán enunciados para efectos del escrito. El senador Fulvio Rossi califica este proyecto como un hito dentro de la democracia, pues representa una “profundización” de la democracia y añade que el derecho de contraer matrimonio, es un derecho inherente a la naturaleza humana. Respecto a estas afirmaciones, podemos hacernos cargo y abordarlas. El proyecto de ley sobre Matrimonio Homosexual desnaturaliza el concepto del matrimonio. La palabra Matrimonio encuentra su origen en el latín “madre” y se desarrollo en base a una protección de la mujer y los hijos. La unión de carácter homosexual es una unión por naturaleza estéril. No confundamos esto con discriminación, pues una cosa es respetar las diversas orientaciones sexuales y eso es fundamental, pero otra muy distinta es ir contra la naturaleza de una unión, pues esto se agota en si mismo. Finalmente añadir que podríamos analizar diversos estudios efectuados en aquellos países donde está autorizado el matrimonio homosexual ; y la experiencia dice que legalizar el matrimonio de homosexuales, trae consigo permitir la adopción por parte de parejas de carácter homosexual. Algunos plantean y manifiestan que están a favor del matrimonio homosexual, pero no de la adopción por parte de ellos. La realidad dice que pensar esto es una falacia, pues han mostrado ser de carácter copulativo.

En conclusión, creo férreamente que es muy importante fomentar el debate dentro de nuestra sociedad pues esto nos ayuda a crear cultura y delimitar principios. Cada uno de nosotros puede tener diversas perspectivas, argumentos y alcances, pero el respeto debe ser con R mayúscula. Importante es que más allá de todas las visiones respecto a la diversidad de temas existentes no debemos permitir que la teoría del empate sea el motor de la acción política. Cuando nuestro actuar es motivado simplemente por el que “si el entorno lo hace, yo debo unirme”, caemos en el vicio del empate moral y la sociedad comienza adquirir y desechar valores como si fueran prendas de vestir que están de acuerdo a la moda. Y ahí es donde se nos hace muy necesario preguntar ¿Queremos un Sistema Politiquero o un sistema Político?

1 Responses to ¡Alerta!: La Ley del empate y el matrimonio homosexual.

  1. Felipe Salaya dice:

    Estimado Rodolfo:

    En primer lugar, te felicito por expresar tus puntos de vista y por compartir ideas en un espacio, para así generar debate. Es interesante tener la posibilidad de leer opiniones distintas con argumentos.

    Ahora bien, creo que tus argumentos no son correctos, y trataré de dar mis razones por las que hago el juicio.

    Creo que incurres en un error al señalar que este proyecto podría ser inconstitucional. Esto, ya que el Pacto de San José, establece como derecho fundamental, esto ya que la norma referida señala: «Se reconoce el derecho del hombre y la mujer a contraer matrimonio y a fundar una familia si tienen la edad y las condiciones requeridas para ello por las leyes internas, en la medida en que éstas no afecten al principio de no discriminación establecido en esta Convención.» Es decir establece que las legislaciones deben permitir las celebración de matrimonios entre un hombre y una mujer, pero de ninguna manera excluye la posibilidad de celebrar matrimonios entre personas del mismo sexo. Junto con lo anterior, es necesario señalar que en el proyecto de ley, al modificar la expresión «entre un hombre y una mujer» por «dos personas» no limita el derecho a las personas heterosexuales a contraer matrimonio, por lo que ese derecho no se ve vulnerado en forma alguna. Es correcto señalar en este caso que el matrimonio homosexual no es una garantía reconocida por este tratado, pero de ahí a señalar que dicho cuerpo normativo define el matrimonio, o prohibe ampliar su alcance me parece incorrecto jurídicamente. Se puede agregar también, que es posible argumentar a partir del derecho a la igualdad ante la ley, que circunscribir el matrimonio a personas de distinto sexo vulneraría dicha garantía (tema que toma relevancia en este caso es la discución de la gradualidad de derechos fundamentales).

    En segundo lugar, no comparto tu punto respecto a la naturaleza de las instituciones, o para ser más específico, al origen de éstas como punto rector del mismo. Soy de la opinión que las instituciones pueden ser alteradas mediante acuerdos sociales, que no tienen su origen en tendencias populistas, o intentos de igualar a los países vecinos, sino que a cambios sociales que se manifiestan en distintas circunstancias. Así, creo humildemente, que trasladar un debate de fondo a la forma, atríbuyendolo a un empate moral con otros estados, es rehuir el tema principal, descalificándolo porque en «otros lugares se hizo» (sea cuales sean las motivaciones políticas de los que lo realizaron). Disculpa que lleve mi argumentación a extremos, pero en ciertas épocas fue la misma democracia y las revoluciones políticas de principios del siglo XIX considerada por algunos como ideas tomadas de otros países que iban en contra de la esencia de ciertas instituciones como la monarquía y el Estado.

    Creo, y especialmente en un mundo globalizado, que las buenas ideas, deben ser recepcionadas por lo Estados que no las han plasmado, y reconozco (nuevamente, independiente de las motivaciones cualquiera que estas sean) la idea de poner estos temas sobre la mesa, y de llevar a deliberación democrática cuestiones que afectan a un grupo significativo de personas que desean tener el mismo derecho, y con el mismo nombre, de regular su vida en común, y que dicha regulación tenga los mismos efectos jurídicos que la mayoría de las personas que si pueden ejercerlo.

    Espero que mi redacción no sea confusa, y reitero las felicitaciones por el sitio.

    Felipe.

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