Protestas Estudiantiles: A río revuelto, ganancia de pescadores.

julio 24, 2011

Frente a las demandas estudiantiles y las expectativas que motivan las manifestaciones, surgen diversos marcos de acción que podemos asumir. Primero, está la labor más simple y mediocre a mi juicio (más allá de la postura que se tenga), y es el hecho de aprender por repetición lo dicho por memoria de loro o eidética, es decir, repetir los discursos empleados sin conocer el contenido. Segundo, podríamos asumir una crítica fatalista y no plantear soluciones ni puntos en consenso.Tercero, asumir una postura extremista, sin ánimo de consenso. Y finalmente una actitud ecléctica o más racional, basada en un espíritu crítico.

Respecto a las demandas estudiantiles en cuanto a forma y fondo, hay quienes plantean que están politizadas. De forma reaccionaria los estudiantes respondieron afirmativamente, aclarando que eran demandas de carácter político. Claro está que hay que efectuar una diferencia. Es una moda imperante la de satanizar lo político, otorgándole un sentido negativo al concepto. Verdaderamente “lo político” constituye un proceso orientado por fundamentos a la toma de decisiones, entonces sostener que lo político es negativo, es concluir absurdamente que la labor en la toma de decisiones es mala. Lo otro muy distinto es lo entendido por la ideologización. En diversas situaciones, cuando existe confusión hay muchos ingeniosos que obtienen provecho, el mal se encuentra al momento de contribuir con dicha confusión; por lo tanto considero misión relevante el hecho de desmitificar ciertas afirmaciones y por último ampliar nuestro espíritu crítico. A continuación encontrarán algunos puntos en cuestión:

1.- Se insiste en el que hecho de que el foco es el lucro, debiendo ser la calidad educacional.

La palabra lucro ha sido desvirtuada por muchos, a tal punto de que se plantea como verdad absoluta la supuesta negatividad del concepto, y no se permite dilucidar el trasfondo de un problema que merece mayor habilidad intelectual que  mera mitificación.
El concepto de lucro viene del latín lucrum, que significa según la RAE, “ganancia o provecho que se saca de algo”, es decir, el beneficio que se obtiene de algo y a nivel comercial diremos entonces, un beneficio económico. Por lo anterior, hay quienes prefieren emplear la palabra beneficio que la del lucro, debido a la connotación social negativa que se ha efectuado a esta palabra. Esta connotación negativa de la palabra por su “propia naturaleza”, es producto de quienes pretenden crear realidades o verdades absolutas mediante el lenguaje, los fervientes a la función del lenguaje de Lacan, Althusser, Barthes, Saussare y el estructuralismo en general. Y es donde no debemos caer en fatal error, pretender relativizar la realidad es un atentado, sobre todo en temas país. Pues bien, constituye un derecho el obtener un beneficio de algo, si es quien lo pretende lo quiere así. Por tanto, ¿el lucro constituye algo malo per se? Si fuera así caeríamos en el absurdo de eliminar todas las actividades en las que se lucra. Y peor aún, existe cierta hipocresía al sostener que el lucro sea negativo, la generalidad de las personas lucramos, es más, al no existir una fuente de trabajo no se lucraría, por tanto la subsistencia sería casi imposible.
En un segundo acercamiento, diremos que el objetivo pudiese ser un planteamiento bien elaborado respecto a lo repudiable del lucro excesivo, ya que esto si constituye una real problemática. Los precios elevados para el acceso sobre todo en esta materia constituyen un problema relevante. Ahora bien, ¿he aquí la génesis del conflicto? ¿Al abordar esta temática solucionaremos el tema educacional? Y por otro lado, ¿el lucro es excluyente de una educación inspirada en la vocación docente? ¿El lucro es excluyente de una educación de calidad? Y es aquí donde llegamos al punto central del tema en cuestión: ¿será precisamente el lucro el objeto y raíz?
En un tercer acercamiento, diremos entonces que la calidad de la educación impartida, es precisamente lo que debería constituir el foco de las demandas. Que existan privados con el interés de beneficiarse (“lucrar”) educando no es el problema. La calidad es el objetivo, y el sistema debe garantizar la calidad en la educación. Hay quienes aseguran y garantizan que una educación de calidad lo es tal, porque sea de carácter público de la misma manera que los países de la OCDE (Organización para Cooperación y el Desarrollo Económico). A este respecto, podríamos sostener que factor más importante lo constituye el hecho de que los dueños de las universidades y colegios tengan más exigencias económicas y académicas, con la correspondiente y adecuada fiscalización del órgano competente en la materia. Una hipótesis que pudiésemos reflexionar es la siguiente: si existiera la posibilidad del financiamiento, ¿cuál opción sería la tomada: estudiar en una Universidad estatal, o estudiar en una Universidad con calidad educacional?
Será entonces que el lucro no es un obstáculo para una buena educación. Es más; en unos casos constituye un aliciente. El tema central es la calidad.
2.- Se habla de educación gratuita y esto constituye una falacia.
La bandera de lucha de la gratuidad en la educación ha sido tremendamente sostenida, e incluso ha conformado el objeto central de las demandas estudiantiles.  El economista Milton Friendman, nos planteaba que en nuestro mundo no hay persona que pudiese comer un sándwich que fuera gratuito, a no ser de que si usted no pago, alguien lo pague por usted. En efecto, la gratuidad  de la educación no existe, puesto que siempre hay alguien que debe solventarla, sea los apoderados, el Estado, cargas tributarias, etc. Por tanto la educación gratuita como  tal no existe.
3.- Se reclama por una educación más inclusiva y muchos lo hacen excluyendo a los estudiantes secundarios.
Lamentable es sin duda que dentro de las demandas, los secundarios sean los eternos olvidados. Porque si se habla de igualación de derechos, es precisamente desde la educación secundaria donde ésta debe comenzar. Y es sin duda aquí donde sería recomendable comenzar una reforma. Personalmente, me manifiesto más tendiente a la desmunicipalización de la educación secundaria y reformar el sistema de acceso a las Universidades. Y por qué no cambiar la PSU o eliminarla de plano de ésta, y la generación de pruebas por Facultades o Universidades con un estándar mínimo entregado por el Estado. ¿Por qué no conversar o plantearse estas medidas? ¿Es la PSU una evaluación discriminadora?

4.- Innegable el hecho de que las demandas están dotadas de Falacias Ad Misericordiam.
El discurso reclama por justicia social, más basado en lo emocional que en lo racional. Proponiendo soluciones que no están a la altura de la realidad país, llevándonos a un fracaso debido a su inviabilidad.
5.- Otra arista de cómo abordar el problema sería: ¿por qué no se habla de mayor flexibilización del mercado laboral para que estudiantes puedan trabajar part-time y financiar estudios? Se sabe que en ciertas circunstancias esto es muy poco viable, pero en otras sí lo es.
6.- Si se está además hablando de mayor calidad educacional, una pregunta interesante sería: ¿dónde están los letreros, pancartas, afiches, etc. solicitando una real reforma al Estatuto Docente? Este último es el ausente en toda demanda de esta índole. ¿Por qué?
Claro está para los que les importa la realidad económica nacional, la importancia que tiene la educación para el desarrollo, pues por medio de la educación, del aprendizaje y el potenciar habilidades, la gente se vuelve más productiva y considerable al crecimiento económico. Pero más aún lo planteado por el premio Nobel de Economía, Amartya Sen, respecto al Desarrollo Económico y lo multidimensional de éste, el desarrollo como aumento de libertades y la educación una principal herramienta; es precisamente en este sentido donde la Educación cobra la real importancia de ser la base y sustento.
Finalmente, para aquellos que comentan que a los jóvenes no les interesa la política, pueden ver que más allá de la postura que se tenga de la temática. Sí hay un interés por la realidad nacional. Ahora bien, ahí está la importancia de canalizarlo

Manifestaciones Sociales: El Derecho v/s la paradoja de la tolerancia.

julio 24, 2011

Luego de las manifestaciones acaecidas este último tiempo  en contra de  la instalación de la hidroeléctrica Hidroaysén, hay quienes han efectuado diversos análisis del fondo del asunto, argumentando sobre una postura a favor o en contra de la aprobación de esta forma de energía.Propongo en este escrito hacer un alto en el camino y poder abordar la temática desde la perspectiva de las manifestaciones sociales.

Cuando me preguntan respecto a si es que estoy de acuerdo con que una de las formas de manifestarse sean aquellas efectuadas en la calle, me expreso a favor dela idea de que estas constituyen un legítimo derecho de la ciudadanía, siempre y cuando no sean contrarias a la civilidad y el respeto. Algunos sostienen que es utópico el hecho de que se cumplan estas características de pacifismo, pues argumentan que en estas instancias se generan oportunidades para que diversos grupos violentos se entremezclen, por lo que prefieren descartar esta forma de manifestación de la opinión pública.

Antes de continuar, creo importante que nos refiramos a algo que no ha sido tratado con mayor detenimiento, ¿Qué entenderemos por manifestación social o protesta como medio legítimo de expresión de la opinión pública?. Respecto a una definición inicial, me permito citar a la socióloga Argentina, Norma Giarraca: “tipo específico de acción colectiva que se inscribe en el espacio público y que es síntesis de un acto político”, a esto le agregamos las características mencionadas por los sociólogos Shuster y Pereyra: “de carácter contencioso e intencional que adquiere visibilidad pública y que se orienta al sostenimiento de demandas, centralmente, frente al Estado”.

En resumen, decimos que una manifestación social es la expresión pública de la opinión de un grupo de carácter activista que puede ser económico, político, social e incluso religioso; por medio de una aglomeración en las calles, usualmente en un sitio o fecha simbólica y organizados con esa opinión, siendo el objetivo dar a conocer que un sector importante de la población está a favor o en contra de una determinada política pública, ley, persona, etc.

Ahora bien, frente a las agresiones efectuadas al suboficial mayor Mauricio Muñoz por parte de exaltados durante una manifestación realizada el viernes en el centro de Santiago en rechazo al proyecto HidroAysén, se nos hace imprescindible agregar ciertos criterios  a la definición de manifestación social anteriormente mencionada.

Es verdad que es legítimo el derecho de efectuar una manifestación social, ya que corresponde a un acto propio de la democracia, pero cuando afecta al orden y va contra los fines de esta, debemos decir que esta es antidemocrática y totalmente punible. Claro está que es una Falacia Ad Populum o una falsa generalización, afirmar que todas las manifestaciones públicas por el hecho de ser tales son violentas.

Sin embargo, debemos ser certeros al momento de decir que es necesario que las personas asistentes a las marchas se autocontrolen y por sobre todo denuncien a las personas violentas que se incorporan a estas. Hay quienes predican tolerancia y tildan de “intolerantes” a los que tenemos la convicción de que son totalmente punibles las acciones violentas, y nos critican por el hecho de que afirmamos que los líderes que citan a estas marchas deben ser responsables y por sobre todo deben ser claros y condenar los actos de violencia.

Esta predica de algunos, que sostienen la tesis de una tolerancia ilimitada; considero constituye un peligro para nuestra sociedad, ya que nos enfrascamos en una paradoja. Tal cual como Karl Popper menciona en “la paradoja de la tolerancia”: “La tolerancia ilimitada debe conducir a la desaparición de la tolerancia”. Esto pues, si hacemos valer esta intolerancia ilimitada incluso a aquellos grupos que son intolerantes, es decir, si nuestra sociedad no está preparada para defender una sociedad tolerante contra las tropelías de los intolerantes, no habrá más que la destrucción de los tolerantes.

Debemos como sociedad ser capaces de condenar a los grupos que atentan contra la democracia, sea cual sea el bando político en el que nos encontramos, debemos hacer valer el derecho de prohibir si es necesario por la fuerza, este tipo de manifestaciones que carecen de civilidad, como aquella que tuvo como víctima al suboficial Muñoz. En conclusión, tenemos el deber de reclamar en nombre de la tolerancia, el derecho a no tolerar a los intolerantes, de no tolerar a los grupos que generan violencia y predican la intolerancia, estos deben ser considerados como criminales.

Algunos afirman que lamentablemente lo único que ha trascendido de la manifestación es que existieron piedrazos, encapuchados, desmanes, intervención de carabineros y, en conclusión, actos de violencia; y esto en oportunidades llega a ser tal, porque como sociedad no estamos siendo capaces de decir “No somos tolerantes con los intolerantes”.

Es claro que existe el derecho a manifestaciones públicas, es claro que es propio de la democracia, lo importante es que esto se haga con paz y por sobre todo con respeto a mucho de los chilenos que quieren efectuar actividades de distinta índole, y además por aquellos que ven afectada su propiedad. No seamos tolerantes con la intolerancia.