Manifestaciones Sociales: El Derecho v/s la paradoja de la tolerancia.

Luego de las manifestaciones acaecidas este último tiempo  en contra de  la instalación de la hidroeléctrica Hidroaysén, hay quienes han efectuado diversos análisis del fondo del asunto, argumentando sobre una postura a favor o en contra de la aprobación de esta forma de energía.Propongo en este escrito hacer un alto en el camino y poder abordar la temática desde la perspectiva de las manifestaciones sociales.

Cuando me preguntan respecto a si es que estoy de acuerdo con que una de las formas de manifestarse sean aquellas efectuadas en la calle, me expreso a favor dela idea de que estas constituyen un legítimo derecho de la ciudadanía, siempre y cuando no sean contrarias a la civilidad y el respeto. Algunos sostienen que es utópico el hecho de que se cumplan estas características de pacifismo, pues argumentan que en estas instancias se generan oportunidades para que diversos grupos violentos se entremezclen, por lo que prefieren descartar esta forma de manifestación de la opinión pública.

Antes de continuar, creo importante que nos refiramos a algo que no ha sido tratado con mayor detenimiento, ¿Qué entenderemos por manifestación social o protesta como medio legítimo de expresión de la opinión pública?. Respecto a una definición inicial, me permito citar a la socióloga Argentina, Norma Giarraca: “tipo específico de acción colectiva que se inscribe en el espacio público y que es síntesis de un acto político”, a esto le agregamos las características mencionadas por los sociólogos Shuster y Pereyra: “de carácter contencioso e intencional que adquiere visibilidad pública y que se orienta al sostenimiento de demandas, centralmente, frente al Estado”.

En resumen, decimos que una manifestación social es la expresión pública de la opinión de un grupo de carácter activista que puede ser económico, político, social e incluso religioso; por medio de una aglomeración en las calles, usualmente en un sitio o fecha simbólica y organizados con esa opinión, siendo el objetivo dar a conocer que un sector importante de la población está a favor o en contra de una determinada política pública, ley, persona, etc.

Ahora bien, frente a las agresiones efectuadas al suboficial mayor Mauricio Muñoz por parte de exaltados durante una manifestación realizada el viernes en el centro de Santiago en rechazo al proyecto HidroAysén, se nos hace imprescindible agregar ciertos criterios  a la definición de manifestación social anteriormente mencionada.

Es verdad que es legítimo el derecho de efectuar una manifestación social, ya que corresponde a un acto propio de la democracia, pero cuando afecta al orden y va contra los fines de esta, debemos decir que esta es antidemocrática y totalmente punible. Claro está que es una Falacia Ad Populum o una falsa generalización, afirmar que todas las manifestaciones públicas por el hecho de ser tales son violentas.

Sin embargo, debemos ser certeros al momento de decir que es necesario que las personas asistentes a las marchas se autocontrolen y por sobre todo denuncien a las personas violentas que se incorporan a estas. Hay quienes predican tolerancia y tildan de “intolerantes” a los que tenemos la convicción de que son totalmente punibles las acciones violentas, y nos critican por el hecho de que afirmamos que los líderes que citan a estas marchas deben ser responsables y por sobre todo deben ser claros y condenar los actos de violencia.

Esta predica de algunos, que sostienen la tesis de una tolerancia ilimitada; considero constituye un peligro para nuestra sociedad, ya que nos enfrascamos en una paradoja. Tal cual como Karl Popper menciona en “la paradoja de la tolerancia”: “La tolerancia ilimitada debe conducir a la desaparición de la tolerancia”. Esto pues, si hacemos valer esta intolerancia ilimitada incluso a aquellos grupos que son intolerantes, es decir, si nuestra sociedad no está preparada para defender una sociedad tolerante contra las tropelías de los intolerantes, no habrá más que la destrucción de los tolerantes.

Debemos como sociedad ser capaces de condenar a los grupos que atentan contra la democracia, sea cual sea el bando político en el que nos encontramos, debemos hacer valer el derecho de prohibir si es necesario por la fuerza, este tipo de manifestaciones que carecen de civilidad, como aquella que tuvo como víctima al suboficial Muñoz. En conclusión, tenemos el deber de reclamar en nombre de la tolerancia, el derecho a no tolerar a los intolerantes, de no tolerar a los grupos que generan violencia y predican la intolerancia, estos deben ser considerados como criminales.

Algunos afirman que lamentablemente lo único que ha trascendido de la manifestación es que existieron piedrazos, encapuchados, desmanes, intervención de carabineros y, en conclusión, actos de violencia; y esto en oportunidades llega a ser tal, porque como sociedad no estamos siendo capaces de decir “No somos tolerantes con los intolerantes”.

Es claro que existe el derecho a manifestaciones públicas, es claro que es propio de la democracia, lo importante es que esto se haga con paz y por sobre todo con respeto a mucho de los chilenos que quieren efectuar actividades de distinta índole, y además por aquellos que ven afectada su propiedad. No seamos tolerantes con la intolerancia.

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