Oriente Medio: el círculo de la desconfianza

septiembre 24, 2011

Para referirnos al convulsionado presente de Medio Oriente es importante tener presente que este no se puede comprender, sin prestar atención a los orígenes de un conflicto de carácter supra regional, que se comienza a gestar desde la división del Imperio Otomano, en beneficio de las grandes potencias, posteriormente a la Primera Guerra Mundial; y es precisamente este último punto una de nuestras ideas centrales a desarrollar. “Es importante destacar, desde un principio, que el conflicto tiene múltiples aristas, y no solo una, la de la ocupación territorial de Gaza y Cisjordania que se produjo en 1967, por mucho que esta última cuestión sea la más conocida. Una adecuada comprensión del conflicto requiere no perder de vista ninguna de estas aristas[i]

Ahora bien, no pretendemos caer en un análisis basado en generalizaciones apresuradas.Rachel Corrie, pacifista norteamericana quien fue aplastada en Gaza en el año 2003 bajo una excavadora israelí mientras intentaba evitar la demolición de una vivienda, expresaría una afirmación fundamental que corresponderá a la actitud empática  que intentamos asumir al momento de analizar este proceso histórico-político “ningún libro, conferencia, informe o consejo me podía haber preparado para esta realidad. Hasta que no lo ves no te lo crees”.

Es ya desde los acuerdos de Sykes-Picot  que las grandes potencias comienzan a materializar sus intenciones de obtener beneficios de Oriente Medio, estos tratados “representaban la típica postura colonialista ante los esperados cambios que traería aparejada la guerra: la designación de zonas de influencias entre las grandes potencias y el reparto de los territorios de un enemigo vencido[ii]Lo que posteriormente se convertiría en el establecimiento de un sistema de Mandatos, donde Gran Bretaña  quedaría con un Mandato sobre Palestina. Y vemos como el mandato británico sería incapaz de resolver adecuadamente el conflicto, por lo que con el tiempo se fueron incrementando las tensiones y la inestabilidad en Palestina, ante lo cual esta potencia se termina por declarar incompetente en la mediación de la problemática; entregándolo a la recientemente creada Naciones Unidas.

Dos pueblos con intereses contrapuestos intentando ser mediados por un  tercero con pretensiones por sobre ambos, “Nacionalismo árabe y sionismo, ambos estimulados y en gran parte manejados por los intereses europeos, tendrán una evolución agitada y llegarán a un radical enfrentamiento, cuyo desarrollo global, junto a la acción de otros factores[iii]. Y es así como se desarrolla un proceso de larga duración hasta nuestros días, donde la estructura establecida determina que una potencia debe asumir el rol de mediador o tutelar del conflicto de Medio Oriente; donde en la actualidad vemos que se encuentra presente aún la imposibilidad de hallar una solución.

¿La política de que una potencia deba intervenir o mediar en la pugna árabe-israelí, corresponderá a uno de los factores causantes del incremento de la misma? Ya dijimos anteriormente que el conflicto es de carácter multidimensional, “del mismo modo que su solución tampoco será efectiva en tanto en cuanto no se alcance una solución de carácter global, es decir, una solución que se refiera a todos los aspectos del conflicto sin olvidarse del alguno de ellos[iv]. Y es entonces donde esto que comenzó como una repartición de territorios bajo el título de mandatos y se proyectó hasta la actualidad bajo el rotulo de “rol tutelar para  solucionar el conflicto”; no contempla en plenitud los aspectos culturales, religiosos, sociales y políticos de los dos pueblos en cuestión.

La mayor parte de la problemática sobre la identidad que enfrenta Medio oriente tiene sus orígenes en los tiempos del colonialismo y el imperialismo. Y es que dos de las fuerzas enemistadas que actúan en Oriente Medio se corresponden a los pueblos que habitan la región alegando derechos históricos como fundamento, por una parte el nacionalismo árabe y por otro el movimiento sionista. Si bien son dos pueblos que comparten territorios aledaños, sus pretensiones, por cierto, están en un constante choque.

Por un lado un pueblo judío que desde 1948 declaro la independencia de su Estado y que  gran parte posee una visión compartida de carácter sionista, que “en definición de A. Boyer, es el movimiento nacional del pueblo judío que tiene como fin el regreso de los judíos a la tierra de Israel, su patria de origen, con el objetivo de constituir una entidad política independiente, un Estado- Nación…la reconstrucción de una patria nacional judía en Palestina[v]; que pretende la conformación de un refugio para el pueblo judío, asegurado por la garantía jurídica internacional.

Y por otro lado un pueblo árabe caracterizado por la dispersión tribal, en un primer momento diremos que “Son árabes todos aquellos para los que el acontecimiento central de la historia es la misión de Mahoma (Muhammad) y la memoria del imperio árabe y que, además, aprecian la lengua árabe y su herencia cultural como una posesión común”[vi]; sin embargo, cabe destacar que“Islamismo y arabismo no son sinónimos: ciertamente el Islam, es en general, la religión de los árabes, pero una gran mayoría de Musulmanes no son árabes[vii] Es importante agregar que el concepto de “nación árabe” y propiamente arabidad es relativamente moderno, este se remite a las teorías naturalistas de nación, donde el idioma viene a ser el factor de unión de los árabes.

Y frente a estas culturas se añade un tercero que posee supuestos intereses filántropos de solucionar el conflicto, quedando demostrado que es connatural al mismo el hecho de perseguir intereses económicos que trascienden a la problemática en cuestión; viéndose desvirtuado el verdadero objeto de las negociaciones y continuando una crónica de desconfianza

Luego de la progresiva desigualdad económica entre los  dos pueblos; uno apoyado por una potencia con intenciones económicas y estratégicas como  Estados Unidos, y otro que se caracteriza por menores índices de desarrollo económico, “El odio y el desprecio, en ambos lados, hacia la ideología religiosa rival se han visto sustituido por el desprecio hacia el vencido, por una parte y el odio al opresor por otra[viii] donde la base es la idea de que “el problema es del otro”. Y cuando un judío y un árabe manifiesta que el problema es del otro y no “nuestro”, se están alejando de su verdad; convirtiéndose  esto en una realidad alarmante.

Mientras  que por un lado del conflicto, algunos árabes piensan que  más allá de que el proceso de paz continúe oficialmente, las esperanzas de alcanzar una negociación con la parte israelí son mínimas y más aún cuando agregan que la única solución es retomar el diálogo nacional y celebrar nuevas elecciones con el propósito de  refundar la OLP, sumándose a esto la idea global de que existe un  fracaso del Derecho como herramienta resolutiva de conflictos, se concluye que este círculo de desconfianza aumenta y sin ánimos de efectuar conclusiones fatalistas, de no cambiar el conflicto su rumbo, la solución será cada vez más difícil de dilucidar. Entre las Soluciones hay quienes manifiestan que los organismos internacionales han sido ineficientes y poco decidores, expresando que hay una gran responsabilidad de la comunidad internacional para presionar a Israel para otorgar fuerza a los sectores que requieren de paz. Y ¿Por qué Israel?  Puesto que es quien puede asumir el rol de cambio por el poder que posee y la desventaja en que se encuentran los árabes.

El panorama actual es desesperanzador. Pareciese utópico, sin embargo los actores principales y las organizaciones internacionales debiesen tomar una actitud basada en la aceptación que la única solución es lo denominado como coexistencia pacífica, una verdadera reconciliación; y por qué no (aunque el camino sea difícil) emprender un desafío donde el motor de las negociaciones sea el planteado por Karen Armstrong, en su idea de la Carta por la Compasión, puesto que reconoce la realidad de que las religiones debiesen compartir un aspecto de carácter moral en común y que constituye la regla de oro: No hacer a otros lo que no te gustarían que te hicieran.


[i] Escudero Alday Rafael, Los derechos a la sombra del muro: Un castigo más para el pueblo palestino, Editorial Catarata,Madrid, 2006, p.21

[ii]Mack, John, Lawrence de Arabia, Editorial Paidos, Buenos Aires, 2006, p.189.

[iii] Martinez Carrera José, El mundo árabe e Israel: El próximo Oriente en el Siglo XX, Editorial Istmo, Madrid, 2002, p.15

[iv] Escudero Alday Rafael, Los derechos a la sombra del muro: Un castigo más para el pueblo palestino, Editorial Catarata,Madrid, 2006, p.21

[v] Martinez Carrera José, El mundo árabe e Israel: El próximo Oriente en el Siglo XX, Editorial Istmo, Madrid, 2002, p.10

[vi] H. A. R Gibb, The Arabs, Clarendon Press, Oxford, 1940, p. 3

[vii] Martinez Carrera José, El mundo árabe e Israel: El próximo Oriente en el Siglo XX, Editorial Istmo, Madrid, 2002, p.20

[viii] Rodinson  Maxime, Los árabes, Editorial Siglo XXI, Madrid, 2005, p. 157