Frente a la última encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN) , cuyos resultados fueron conocidos recientemente, se ha generado un verdadero revuelo y un llamado de atención a las políticas de gasto social que anteceden al actual Gobierno. En grandes rasgos los resultados manifiestan que la pobreza en Chile ha crecido a un 15,1%, situación dolorosa para quienes queremos creer que nuestro país se encuentra en vías de desarrollo.
Ahora bien, al analizar estos resultados podríamos asumir la clásica actitud de la “la política de inventario o de recetario”, actitud errónea bajo mi opinión. En la historia, en las campañas, en los gobiernos, la pobreza suele ser un tema de primordial análisis y de una búsqueda incesante de soluciones para poder superarla. Es aquí donde nos encontramos con el más diverso abanico de actores políticos: candidatos, personeros de gobierno, analistas políticos,… etc.; quienes pretenden obtener soluciones y asumen un rol que ya ha sido un patrón de conducta en una forma de hacer política que a mi juicio no es la adecuada. La política de inventario, donde el agente político se muestra frente a la sociedad como un “líder” que en sus manos sostiene la receta de cómo mejorar el país o el inventario de pasos a seguir, que él cree convenientes, necesarios a la hora de lograr mayor desarrollo y por lo mismo son expresados casi como dogmas. Pero NO, preferimos una nueva forma de hacer política que se base en una política de preguntas, donde el rol principal lo tenga el ciudadano y la vocación verdadera sea la del servicio público.
Por lo mismo, podemos hacernos diversas preguntas: ¿Qué ha pasado en nuestro país respecto a las cifras de pobreza?¿Es necesario concretar una mejor y más eficiente agenda social? Podemos darnos la tarea de leer diversos estudios, de escuchar y considerar diversas opiniones; sin embargo este problema podría ir algo más allá que las cifras y que generar proyectos de desarrollo económico.
Creo que quizás el aumento de la pobreza se puede explicar mediante acabados análisis económicos y sociales, pero este problema radica fuertemente en algo que está más allá, y son las políticas públicas y concretamente en un problema moral. Me explico, fue común en estos 20 años, ver algunos personajes que en sus manos se encontraba la bandera de la lucha contra la pobreza y que en su obrar, su voluntad política reflejaba la intención de disminuir la cantidad de “ricos”, algunos promotores de la idea del “sueldo máximo” y atreviéndose a incluso otros a limitar la propiedad privada.
Cuando sostengo la idea de que este problema radica en un problema moral, me refiero más precisamente que es un problema en las prioridades que han respaldado la acción política de los Gobiernos anteriores. Problema que incluso se ha visto en muchos quienes en su momento, por ejemplo, se opusieron a algunos artículos de la ley de reconstrucción.
Pareciese que la voluntad política de algunos se encuentra totalmente obsesionada con la idea que plantean como una “verdad absoluta” de disminuir la cantidad de “ricos”, este dogma que ha perseguido a nuestro país y que si preguntamos, muchos nos plantearan esto como la única solución. Este es un verdadero desorden prioritario, pues la prioridad debiese corresponder a disminuir las cifras de pobreza en nuestro país.
Sin duda la desigualdad en la distribución de recursos es preocupante, pero a la vez es grave la actitud con la que ha sido abordada la pobreza y la tremenda brecha de desigualdad.
No olvidemos que existe la Indigencia (CASEN: la línea de indigencia está fijada en 23.500 pesos mensuales) y existe pobreza (según CASEN: la línea está fijada en 47.000 pesos mensuales). Ya la vez no olvidemos donde está la prioridad al momento de buscar verdaderas soluciones. Superamos la pobreza abordándola. con un sentido verdadero de servicio público
Como ha sostenido nuestro presidente, Sebastián Piñera, la pobreza para ser superada requiere de la unión de nuestro país.
Seamos el cambio que queremos ver , no solo debemos preocuparnos, sino que también OCUPARNOS.